Espere por favor
Catalina Niño

Psicóloga y Magister en Familia | Atención en línea

La valentía en medio de una pandemia

El coraje y la valentía son cualidades estudiadas por la psicología positiva. Un hombre me preguntó sobre cómo mantener alta la moral de su familia. Acá encontrarás algunas de las claves que recojo en la respuesta que le di: Autocuidado, usar la sabiduría recolectada por la experiencia de quienes trabajan con la salud mental de equipos militares, los estudios de los procesos de la valentía humana y la regulación emocional, y quienes trabajamos con familias.

 
La crisis mundial por la pandemia del COVID-19 nos enfrenta a nuestros miedos existenciales más básicos y profundos, cada quien va desarrollando su experiencia estos miedos de la mejor manera en que puede, y entre las inquietudes comunes está que más allá de las realidades personales, están las familiares. Una pregunta particular de aquellos que sienten que tienen a cargo una familia o un grupo de personas, se me enunció más clara esta semana cuando uno de ellos me preguntó en Twitter: Como capitán de un barco, ¿cómo hacer para que los marinos continúen con la moral en alto?
   
Desde que pude divisar la complejidad social y económica que viene con la crisis sanitaria, empecé a pensar en la necesidad de conectarnos con la valentía y el coraje. Reflexioné sobre las lecciones que he tenido como aprendíz de karate, en lo complejo de enfrentarse a la angustia y la incertidumbre, en la profundidad de la motivación humana en tiempos de adversidad como la guerra, y en todas las personas que he conocido atravesando experiencias límite.
 
Entiendo que lo más común ahora sean la ansiedad (que nos alerta anticipándonos por los peligros que quizá vengan en el futuro), la desesperanza ante lo abrumador del panorama, y la sensación de indefensión ante la magnitud multiproblemática de la situación.
 
La proporción de las condiciones de la crisis por el ovid-19 es grande. No solo es necesario contener la ansiedad y procurar pensar que todo saldrá bien, que es lo que quizá hacemos en tiempos regulares. También necesitamos cultivar la valentía y el coraje para enfrentar lo difícil porque sin el desarrollo de estas cualidades, será mucho casi imposible sentir que tenemos cómo afrontar aquello que más nos asusta, sin el alimento a la valentía, solo contener la ansiedad es como un paño de agua tibia. La mayoría de nosotros necesitamos sentirnos seguros en nuestro fuero más personal, y también, sentir que podemos encontrar seguridad y tranquilidad en las realaciones con los otros importantes de nuestra vida. Por eso, tan vital cuidar nuestra esperanza y valor, el de los nuestros y el del colectivo.
 
Acá resumo algunos de los elementos retomando los planteamientos de personas como Neil Greenberg, psiquiatra con 23 años de experiencia en las fuerzas militares del Reino Unido, algunos apuntes de Melanie Greenberg, una psicóloga que estudia la capacidad de manejar las respuestas de estrés, Brené Brown una investigadora acerca del poder de la vulnerabilidad y la orientación a la valentía, así como los lineamientos que más valoro de la psicología humanista, positiva, narrativa y sistémica con los que trabajo en el día a día en la consulta psicológica.
 
Así que respondo a esta pregunta con algunos puntos pensando en quien es líder y con otros para el abordaje de las familias y equipos.
 
Si eres el líder:
  • Activa tu auto-cuidado. La vulnerabilidad es la capacidad de reconocer las necesidades de nuestro sistema completo. Nos expresamos a través de las necesidades. Estas son la tensión que nos indica que requerimos una interacción específica con el entorno para generar una estrategia de sobrevivencia y evolución. Necesitar no es ser débil. Reconocer nuestras necesidades es parte de la inteligencia que tenemos como organismos vivos. Por lo tanto, amplía el tiempo en que te preguntas qué necesidades de apoyo tienes: apoyo emocional, social, espiritual, funcional (en cosas prácticas), etc. Luego identifica fuentes de apoyo para cada una de esas necesidades. Habrá quien me conteste que no tiene a nadie que le aporte y le creo, muchas personas han carecido de crear relaciones de mutuo apoyo por asumir un rol rígido de ´ayudadores´ de los demás, entre otras muchas razones. En ese caso, este es el momento para empezar y si no hay alguien en el círculo cercano, identifica en la comunidad y en la cidudad cuáles pueden ser (¿un cura o pastor, un terapeuta o consejero psicológico, una línea de atención psicológica, otros?).
  • Establece límites para tu expectativa. Ser un líder no es ser responsable de lo que las personas viven. Tu capacidad y responsabilidad por el bienestar de los demás necesita ser pensada como un proceso flexible y fluctuante. Las personas que tenemos ´complejo de salvadores´ tendemos a sentir que debe ser con todos y permanentemente, que si no hacemos más estamos abandonando y que si el otro no muestra capacidad es nuestro deber impusarle. No hay que confiar en nada que se muestre rígido, ni siquiera si es una idea o un rol positivo. La rigidez es inadaptativa si se queda mucho tiempo. Luego invéntate una manera de recordarte que los otros son responsables de sí mismos, que cada quien afrontará como mejor puede y que no puedes quitarle la responsabilidad de su propia vida para llevarla en tus hombros. Si haces eso, es muy factible que el otro se sienta aún más inseguro de sentir que solo tú eres fuerte. Así que, asumir en tu intimidad personal y frente a los demás que podrás hacer una parte y que los demás necesitarán hacer otra, -en esto de mantener la moral de la tripulación- es un movimiento de distribución de fuerza que hará el sistema grupal o familiar más adaptativo.
  • Maneja la reserva de tu energía. Leí hace poco en un artículo de Guy Winch, experto en salud emocional, que una emergencia es una maratón de largo aliento y es necesario ser estratégico con el uso de tu energía. Si sales a correr con todas tus fuerzas los primeros 2 kilómetros, lo más seguro es que no alcances a sostenerte hasta el final. Así que busca cómo dosificar esas labores de liderazgo y la energía que te requieren.
  • Trabaja en tu propia perspectiva sobre lo incontrolable y la incertidumbre. Así podrás también acompañar a otros a pensar y transitar sus propias vivencias al respecto. Te dejo ahora elementos para pensar contigo mismo (a) y/o con los tuyos. Estas pautas las reinterpreto de las fuentes que encuentras citadas en este artículo. Habiendo hecho esta consideración previa, te comparto estos aspectos para pensar en colectivo:

1. Reconectarse con la identidad positiva

Conversaciones acerca de las cualidades del grupo o de la familia que se tienen en relación a la capacidad de ser valientes, es una de las maneras de afianzar un sentido de seguridad. Conversaciones en las que cada quien participe recordando cualidades, logros, reconocimientos y actos de valentia, (respecto a cada uno de los miembros del equipo o familia, pero también respecto al grupo como un ser con identidad propia), como por ejemplo:
  • Actuar en pro de un valor aun teniendo miedo.
  • Momentos en que se siguió la intuición y los propios valores cuando habia presión para no hacerlo.
  • Las veces en que se perseveró aun en lo ordinario y cotidiano en tiempos de estrés.
  • Las veces en que se ha defendido una causa o la dignidad.
  • Aquellos momentos en que se ha ido más allá de lo conocido en alguna aventura o reto para el que no se estaba preparado.

2. Crear o mantener un espíritu de disposición al crecimiento y la adaptabilidad.

Esto requiere hacer foco en reconocer que, a pesar de las diferencias, conflictos o desacuerdos en algunos temas éticos o filosóficos o en los prácticos, puede crecer una intención de evolucionar juntos. Abrir el espacio para reconocer que estos son tiempos de aprendizaje que va pedir, a cada una de las personas, incluso al capitán: desaprender algunas convicciones y aprender nuevas disposiciones. La posibildiad de identificarse como un sistema flexible abre espacio a la confianza en los propios recursos, es un potencial de adaptabilidad, resiliencia y salud mental. Es importante mantener el foco en cambiar las acciones protegiendo a las personas y las relaciones. La mayor fuente de resiliencia en el ámbito militar, según Greenberg, parece venir de la sinergia en los vínculos más que de las cualidades de las personas por sí mismas. Ahora más que nunca es importante mirar y pensar las relaciones.
 
Así, es útil considerar que estar estancado o equivocado en algo es más una cualidad de las interacciones  y no de las personas, dice Esther Perel. Esto se traduce en que hay que apostarle a comprender cómo nuestras interacciones producen los errores o los impasses, y no centrarnos en juzgar a quienes están involucrados en ellos. No son muy útiles diálogos que se dirijan
de esta manera: ¿Pero porqué te sientes así?, no deberías pensar en eso, tienes que tratar de estar tranquila, no seas tan nervioso, tú eres muy pesimista, etc, etc. En cambio, sí lo es hacer preguntas como:¿Cómo llegamos a esto?¿Cuál era la intención de fondo en esto que hiciste o dijiste y que yo no pude ver?¿Qué podemos hacer distinto para sentirnos más conectados o para mantener la tranquilidad?, entre otras.

3. Realzar el potencial de los vínculos

En este punto, y de manera muy prágmática, es necesario reforzar las formas de conexión en las que podamos reconocer las necesidades afectivas de seguridad, amor y protección. Detenerse a pensar juntos cómo es que x o y comportamiento nace de una necesidad de vinculación. Esto significa pensar cómo nuestras interacciones buscan que la conexión entre nosotros no se pierda o sea más fuerte. Es validar los motivos de nuestros comportamientos y al tiempo, clarificar los límites en cuanto a las acciones que no nos favorecen. Es importante mantener el foco en cambiar las acciones protegiendo a las personas y las relaciones. La mayor fuente de resiliencia en el ámbito militar, según Greenberg, parece venir de la sinergia en los vínculos más que de las cualidades de las personas por sí mismas.
 
Ahora más que nunca es importante mirar y pensar las relaciones. Así, es útil considerar que estar estancado o equivocado en algo es más una cualidad de las interacciones y no de las personas, dice Esther Perel. Esto se traduce en que hay que apostarle a comprender cómo nuestras interacciones producen los errores o los impasses, y no centrarnos en juzgar a quienes están involucrados en ellos. No son muy útiles diálogos que se dirijan de esta manera: ¿Pero porqué te sientes así?, no deberías pensar en eso, tienes que tratar de estar tranquila, no seas tan nervioso, tú eres muy pesimista, etc, etc. En cambio, sí lo es hacer preguntas como:¿Cómo llegamos a esto?¿Cuál era la intención de fondo en esto que hiciste o dijiste y que yo no pude ver?¿Qué podemos hacer distinto para sentirnos más conectados o para mantener la tranquilidad?, entre otras.

4. Implementar la preparación efectiva como ejercicio fundamental

Prepararse significa conversar sobre todos los escenarios temidos y más retadores posibles que  quizá se vaya a enfrentar en el futuro. Sin intentar proteger demasiado del miedo o del dolor pero sin exagerar en la percepción del riesgo. Es necesario clarificar "qué pasaría con nosotros si lo que sucediera fuera esto..." sin asegurar que ese será el desenlace futuro, nadie puede adivinarlo con exactitud. Sin embargo, considerar los escenarios posibles de mayor estrés y pensar sobre las rutas de soluciones, así como formas de trascender los sufrimientos y mantener nuestras cualidades, es una fuente de tranquilidad. Con los niños y menores de edad puede hacerse el ejercicio a través de historias de familias, cuentos o de niños que fueron protagonistas de dificultades por superar. Es un arma de doble filo prometer un futuro específico del tipo: vamos a estar bien, nadie se va a enfermar, no va a pasar nada malo. La esperanza necesita estar puesta en elementos más controlables como nuestra actitud, nuestros esfuerzos, nuestros valores. Es más preciso decir algo como: no sabemos con exactitud qué va a pasar, pero lo que sí sabemos es que vamos a cuidarnos tan bien como podamos, no sé responderte esa pregunta pero sí puedo decirte que pase lo que pase yo haré todo lo posible por amarte y protegerte, es normal que sientamos miedo y vamos a acompañarnos en esto hasta saber cómo manejar lo que sentimos, etc.
 
Nuestra cultura nos ha llevado a creer que lo mejor es no pensar en los escenarios futuros negativos, sin embargo eso no es efectivo, porque siguen apareciendo en nuestra mente (si no atendemos el llamado evolutivo de prepararnos), solo que ya no con una entrada conciente sino que podría ser por medio de una experiencia ansiosa. En la ansiedad no atendida se reduce nuestra capacidad de reflexión, realmente solo nos quedamos fijados en una sensación de alerta, y en no querer sentirla, por lo tanto, no damos espacio a transformar la viviencia. En la experiencia militar y en artes marciales la postura es distinta. Es necesario mirar la amenaza a los ojos y pensar en ella concientemente, tener la valentía de contemplar en la imaginación aquello que nos asusta para luego esclarecer planes de acción y pautas de orientación sobre cuál será el sentido de nuestro proceder. Los deportistas suelen hacer el ejercicio de imaginarse llegar a la competencia, visualizar el transcurso de la misma y su desempeño hasta poder conectarse con el logro deseado. Darle espacio a lo temido nos da la opción de establecer la mejor forma de afrontamiento.
 
En este caso de pandemia y coronavirus deambulante, la percepción de incertidumbre es muy alta, lo cual hace dificil hacerse una ruta de metas específicas. Es acá donde tiene más relevancia pensar en propósitos y sentido de vida como estrategia de enfrentamiento a la mar. Las metas son acciones concretas que necesitan de un contexto específico y una fecha de cumplimiento, lo cual es dificil de plantear ahora. En cambio, lo propósitos tienen la cualidad de la utopía que, como decía Eduardo Galeano, nos ayuda a saber hacia dónde orientarnos. No se trataría de aferrarnos a un puerto de llegada (meta), sino a una experiencia de aprendizaje como marinos en el navegar. Los propósitos necesitan de valores explícitos y evidentes, que se pueden hallar si respondemos a preguntas como: qué habrá sido lo más valioso de esta experiencia cuando todo vaya pasado, qué hará que valga la pena haber vivido todo esto, de qué nos sentiremos orgullosos pase lo que pase, qué persona queremos ser en medio de todo esto, y otras similares.
 
Son los propósitos, valores y sentido de ser, lo que nos da una experiencia de claridad para pensar en las dificultades. Podría venir la muerte, la pérdida, la disyuntiva, la desorientación, experiencias dolorosas y desestabilizadoras y aunque no podemos controlar todo lo qué sucederá, sí podemos tener claro con qué fuerza y con qué disposición navegaremos las tormentas, así como con
qué espíritu podemos aceptar la realidad de lo incontrolable. En esta metáfora, el capitán necesita sentarse a coordinar con su
tripulación: qué tipo de valores, acciones, y fuentes de fuerza y estabilidad usaremos en caso de tormenta, de enfermedad, de escases, de agobio...etc. Esto puede despertar el miedo al inicio de las conversaciones, pero luego vendrá más calma y sentido de seguridad al tener un faro y una estrategia.

5. Mantener conversaciones de sondeo y reorientación después de cada jornada

Esto es encontrarse con la experiencia vivida para decantar las emociones que se experimentaron, las acciones que se dieron y los
aprendizajes logrados. Revisar cómo se avanzó en crecimiento personal, valentía y claridad para continuar progresando. Habrá experiencias de frustración y de remordimiento por lo inmanejable, lo indeseable, es natural en el proceso. Podrán manejarse las experiencias difíciles si se retorna a la claridad construida en los puntos anteriores después de una escucha sensible y empática, será indispensable para nutrir la conexión significativa. Volver a recordarnos humanos, vulnerables, en proceso de aprendizaje, en capadidad de transformación también es revisar nuestro proceder para hacer ajustes hacia el futuro inmediato. De nuevo, como bien hace un deportista, un guerrero o un equipo estratégico. Los temas de los que se hace revisión son tanto las acciones de los protocolos de salida (en los casos que son estrictamente necesarios e inaplazables), desinfección, la organización de tareas, el manejo de la toma de decisiones, el manejo de los conflictos, las formas de procesar el estrés y aquellas maneras de avivar las cualidades como equipo o famila, especialmente la valentía y el sentido. Valentía no es no sentir miedo o vulnerable, sino actuar abrazando las funciones de estos sentimientos, priorizar aquello que se valora y vivifíca el sentido de vivir para atravesar la adversidad aun con temor e incertidumbre.

6. Creación de rituales

Según los investigadores en terapia familiar como Imberback, los rituales tienen la facultad de integrar en un solo proceso diferentes dimensiones humanas y diferentes tipos de procesos. Así se logra una experiencia que alcanza a incorporar en un solo acto: palabras, símbolos, acciones, afectos, expectativas y sentidos. También proveer un sentido de estabilidad, al tiempo que facilita la movilización para un cambio adaptativo. En los rituales hay un paso de un estado a otro.
 
Crear rituales con el motivo específico de facilitar el procesamiento de sentimientos de angustia, conectar con elementos de resiliencia y materializar la participación en la co-creación de cualidades y resiliencia, pueden ser algunas de las ventajas de este tipo de experiencia. Hay algunos aspectos de nuestras vivencias que no alcanzamos a poner en la palabra pero sí podemos tener en nuestras manos a través de los símbolos, y las acciones coordinadas y acompañadas. Juntos pueden crear un ritual para recordar las fuentes de valor, para agradecer lo vivido, para traer inspiraciones de valentía, o para afianzar la creatividad y el afecto, entre otros motivos.
 
Estos son algunos elementos que se pueden trabajar, no todos. Y esta es una manera de abordarlo, no es la única, ni es una recomendación general para todos los casos. Son elementos que pueden estudiarse en cada circunstancia y ver la mejor pertinencia. Bajo esta misma línea podría entrarse en detalle y ampliar cada uno de estos elementos, inclusive hacer la lista de acciones más amplia. Pero por lo pronto, este es un inicio que he escrito para evocar la imagen de la valentía y la motivación de abrirnos a la experiencia de la crisis como un reto de transformación y continuo desarrollo, como una parte más de la história épica de nuestras vidas, digna de ser vivida a plenitud para ser narrada a las generaciones por venir. La historia con la que nos recordarán.
 
Espero que este artículo te brinde un panorama ideas sobre las cuales puedas crear tus propias estrategias, ampliarlas y optimizarlas. De todas maneras, siempre es mejor que consultes a profesionales en el área como terapeutas de familia con los que puedas analizar las condiciones de tu caso en particular. Cuéntame sobre tus opiniones y si quieres consultar un poco más sobre los referentes que cito, puedes mirar en vínculos como estos:

 

https://www.independent.co.uk/voices/coronavirus-nhs-uk-covid-19-mental-health-military-army-a9454856.html

https://drmelaniegreenberg.com

https://www.ted.com/talks/brene_brown_the_power_of_vulnerability?language=es

https://www.guywinch.com/

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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